Como gays, no somos inmunes a los sentimientos que nos despierta nuestra apariencia, sumados a los del temor o ansiedad por envejecer en un medio cuyos valores más evidentes parecen ser la juventud, la apariencia física y la construcción de cuerpos, tomando en cuenta las características expulsivas de las sociedades modernas.
Pero, la calidad que acompaña a nuestra vida después de cierta edad es dudosa, ya que en nuestra globalizada cultura occidental la calidad de vida está en directa relación con nuestras posibilidades económicas y nuestros grupos de pertenencia, ya que vivimos en una cultura que teme envejecer y que a través del uso de cremas, cirugías, tratamientos hormonales, trasplantes de cabello, etc, trata de detener o revertir los efectos visibles del paso del tiempo.
Aunque muy a pesar de la generalizada queja de lo frívolo del ambiente gay, la mayoría de nosotros vivimos preocupados por la apariencia, y creemos que una buena apariencia hará la diferencia entre un supuesto vivir mejor de un gay mayor, en relación con un hetero de su misma edad, ya que la apariencia y el sexo parecen constituir lo central del mundo gay.
Una razón para la débil percepción del natural curso de la vida entre los gays es el estigma que pesa sobre la vejez. Si la vida gay es vista predominantemente a través del prisma de una sexualidad juvenil, la imagen de los gays mayores, por más vitales que sean, será bastante tenebrosa. La “viejofobia” imperante es tal que pocas personas se ven a sí mismas de acuerdo a su verdadera edad y hacen denodados esfuerzos por pertenecer a un grupo efímero, ya que dicho grupo carece de miembros permanentes.
Y Uds.
¿Creen que estamos condenados a la soledad, indiferencia y vulnerabilidad extrema llegados a la tercera edad? asi que dejen de estar gozando la vida loca porque eso pronto se acaba , no dejen que el amor se pierda y creo que ya es hora de empezar a sentar cabeza a buscar a tu media naranja.
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